miércoles, 21 de octubre de 2009

Lluvia

La lluvia, un fenómeno tan maravilloso y complejo a la vez, parte de un ciclo infinito de divinidad. Ella nos brinda con su presencia algo más que un clima fresco, algo más que el agua necesaria para las plantas y los cultivos. Ella nos brinda un baile, y un baile bellísimo.
Me gusta pensar que las gotas de lluvia son como la gente, todas diferentes entre si, ninguna igual a la otra, tan maravillosas y especiales, importantes pero no indispensables, tan transitorias y volátiles.
Pero a diferencia de las personas ellas no buscan nada. Ellas no se pierden en el camino, pues lo viajan hasta el final, aceptan su destino, pues su destino es el mismo.
Al impactar contra el suelo, al caer nuevamente en agua, o al adentrarse en tierra húmeda lo que están haciendo es convertirse en uno con la totalidad.
Su danza no se acaba cuando las gotas desaparecen, su danza no se acaba cuando las nubes se dispersan en el cielo, al contrario, su danza recién comienza, la danza se transforma, y deja de ser la danza de la lluvia para convertirse en la danza de la vida.
La lluvia, un fenómeno tan maravilloso y complejo a la vez, parte de un ciclo infinito de divinidad... nos brinda más que hermosas filosofías que compartir, nos brinda mas que momentos gratos que pasar en familia, nos brinda a aquellos que la sabemos apreciar otro instante de alegría.

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