miércoles, 28 de octubre de 2009

Conversando en Silencio

-¿A que se debe todo este revuelo?- preguntó Joaquín con voz entrecortada al hombre misterioso que hacía semanas lo venía siguiendo.
-Solo te observaba chico, me intriga mucho tu forma de ser- la voz del hombre sonaba áspera, sin fuerzas, pero con una tonalidad absoluta, súbita, hermosa.
Joaquín se encontraba desconcertado, aquel hombre que lo miraba como con cariño, producía en él una sensación perturbadora de paz.
Intentó hablar pero no le salieron las palabras.
-Dime chico, ¿tienes sueños?- preguntó el hombre acercándose al joven de sutil vestimenta. Joaquín llevaba todo su cabello alborotado y caminaba como con desdén ante los pasares del día.
-Algunos- contestó el con dejadez. Aun dentro de él, no comprendía del todo el por qué de aquella conversación. No sabía cual era el motivo que le llevaba a contestarle a aquel extraño hombre que solo clamaba observar.
-¿Y tú sabes cuales son?- prosiguió el extraño. Su boca no se veía moverse, pues con su gabardina y la espesa barba no dejaban rastros de acción ninguna.
-Podría decirse que lo se, ¿De qué le serviría al hombre no conocer sus propias metas?- se preguntó el chico a sí mismo.
-Ese es un hermoso punto, pues ¿A donde se dirigiría el hombre si no supiera a donde ir?- la tonalidad irónica en la oración ayudó a Joaquín a comprender el sarcasmo en las palabras del extraño
-¿Qué quieres decir?- preguntó con curiosidad. Joaquín es de esas personas que dialogando sobre la vida se plantea a sí mismo una nueva manera de vivir. Es un soñador con corazón de guerrero pero mente de filósofo.
-La vida no es una carrera, es un paseo- comenzó el hombre -¿Acaso cuando viajas a un lugar desconocido sabrás a donde llegar?... lo desconocido es un sueño nuevo, una tablilla en blanco a ser escrita por el que lo vive-
-¿A usted no lo asusta lo desconocido?- preguntó Joaquín intrigado por las palabras de aquel hombre
-Como puedes tener miedo de algo que no has vivido, es como tenerle miedo a la oscuridad… la oscuridad es calma, tranquila, serena, no debe existir fuerza mas pacifica en el mundo, fuerza más silenciosa, y aun así, la gente sigue teniéndole miedo- las palabras del hombre no bajaban en tonalidad ni en sentimiento. Su mirada permanecía siempre al frente y su paso lento demarcaba un ritmo nuevo para el apresurado Joaquín.
-Yo no le temo a la oscuridad- clamó el chico por lo bajo
-Pero le temes a lo desconocido. No arriesgas, no vives, estás muerto pero le tienes miedo a la muerte. Eres un fracasado pero le tienes miedo al fracaso-
Joaquín no podía tolerar esa sarta de insultos hacía él, después de todo, ¿quien era ese viejo como para venir a hacer acusaciones sobre él?
-Dime, Joaquín, ¿Qué es lo que ves ahí?- dijo el hombre señalando una flor blanca que descansaba en la rama de un árbol. Pues era primavera y los árboles de aquella plaza danzaban cubiertos de flores y fragancias.
-Veo una flor- contestó Joaquín con ánimos de redundancia.
-¿Tu crees que esa flor alcanzó lo que quería?- preguntó nuevamente el hombre -¿Crees que esa flor cumplió su meta?-
-Las flores no tienen metas, las metas surgen de la mente y las flores no tienen mente- arremetió Joaquín.
-Pues te equivocas y tienes mucha razón- contestó el hombre con avidez -las flores pueden alcanzar la realización, de hecho, lo hacen a cada momento, pues como tu lo has dicho, ellas carecen de mentes, carecen de una meta, de un propósito- había algo armonioso en la voz de aquel hombre que lograba mantener a Joaquín en un nuevo nivel de atención –Pero aún así una logra verlas siempre sonrientes. Nunca en mi vida he visto a una flor desdichada… en cambio tú, que tienes más cualidades que la flor, que tienes mucho más por lo que ser feliz, no conoces la dicha-
Esta vez. Incluso las ofensas sonaron de una manera hermosa
-Yo no soy desdichado- refunfuñó Joaquín nuevamente por lo bajo
-Pero tampoco eres dichoso- contestó el hombre ágilmente –La vida sabe a poco cuando uno la vive a medias. Puedes vivirla completamente y ser el hombre más feliz de esta tierra. O puedes despreciarla completamente y ser el hombre más santo de esta tierra. Pero viviendo a medias no eres ni santo ni dichoso, eres una tontería-
El crepúsculo caía en el horizonte, las palabras del viejo sonaban con dejadez a medida que Joaquín y él se acercaban cada vez más al río. La plaza había sido dejada atrás y el caminar de ambos se hizo más silencioso y ameno.
-¿Por qué me dices todo esto?- preguntó el joven sintiéndose mal por dentro, las palabras del hombre habían chocado contra la corteza de su corazón, y en su mente transcurría todo lo desaprovechado, todas las oportunidades que Joaquín dejó pasar.
-Mira el horizonte Joaquín- continuó poetizando el hombre -¿Piensas que el sol se arrepiente de haber salido por la mañana?-
-Pienso que el sol no se arrepiente de nada de lo que ha hecho, pues es la naturaleza del sol, de haberse arrepentido ya no sería el sol, sería otra cosa- contestó Joaquín desde lo profundo de su entendimiento, las palabras brotaron en él como agua en un manantial, llenas de claridad y hermosura.
El hombre sonrió
-Entonces transfórmate en el sol, conviértete en la rosa. Mira al mundo con nuevos ojos y abandona tu sufrimiento- el hombre suspiro, y mientras se retiraba con una sonrisa dibujada en su rostro se le pudo escuchar decir
-Este mundo necesita más rosas para embellecerlo y más soles para iluminarlas-

No hay comentarios:

Publicar un comentario